Un 2 de mayo, 323 jóvenes marinos (200 de los cuáles tenían entre 19 y 20 años) que defendían a su país, fueron masacrados y hoy reposan en el fondo del mar. La mejor manera para homenajearlos es, recordar sus rostros y recitar sus nombres, como cuando proclamamos el nombre de los chicos. Para decir, luego de cada uno: